A partir de la polaridad fundamental del yin y el yang el i ching ofrece una amplia variedad de combinaciones posibles, las cuales a menudo confunden y enredan sobretodo a los usuarios occidentales a quienes nos resulta difícil evitar la necesidad de respuestas tajantes e irrevocables. Cada hexagrama es un complejo mundo que se complica aún más cuando una o más líneas cambian en su opuesto, generando nuevos hexagramas. Los comentarios del texto ayudan a aliviar algo esta tarea, pero ¿Qué ocurre cuando dos o más lineas cambian al mismo tiempo? Y peor aún ¿Qué ocurre cuando los significados de las línea parecen diametralmente opuestos?
El internet nos permite acceder a una gran variedad de traducciones y conocer el estudio que realiza una gran cantidad de personas al respecto, en diversas épocas y a lo largo de distintos lugares, pero ante todo, la experiencia es fundamental. A lo largo de estas líneas ofreceré el método que a mí me ha resultado más abordable.
 |
Somos aves de paso en este mapa conformado de hexagramas, de yin y de yang. |
Las líneas de los hexagramas del i ching pueden entenderse como escenas, momentos dentro de cada situación a la cual entramos y salimos. Entramos a estas escenas a partir de la primera línea de abajo y salimos por la última de arriba. Si leemos los textos nos encontraremos con una propuesta de orden jerárquico donde a medida que ascendemos cada línea representa a alguien de mayor rango. Personalmente, me gusta pensar en que es la experiencia de vivir el contexto de cada hexagrama aquel rasgo que determina aquella verticalidad.
Entramos a la situación como neófitos, sin saber muy bien de que se trata el asunto en la primera. Si la línea es yin, podría decirse que entramos con prudencia, o que de pronto nos hemos encontrado en aquella situación sin que nuestra voluntad tenga que ver; si es yang quizás entramos impetuosos, a toda carrera, deseoso de conocer este nuevo escenario que se nos presenta, o quizás arrancando de una situación ingresamos a toda carrera en lo desconocido.
En la segunda línea ya logramos identificar algunos aspectos generales de aquello que se despliega ante nosotros, nos hacemos una idea general acerca del ambiente, la geografía, el tipo de personas que encontramos allí. Si se trata de una línea yin puede que elijamos un rincón determinado donde nos sentimos cómodos y seguros, porque nos agradó o porque allí nos sentimos protegidos. Si la línea es yang nos sentiremos inclinados a influir en el tejido de la situación, o impacientes, seguiremos nuestro camino de descubrimiento guiados por nuestro olfato, o nuestra ansiedad.
En la tercera línea ya logramos un conocimiento cabal acerca de donde estamos, hemos pasado ya algún tiempo en el lugar y podemos observar situaciones y detalles que a primera vista resultaban indistinguibles. Identificamos ritmos, frecuencias, relaciones que acaso nos permitirían sacar ventaja o al menos afrontar de manera más preparada las sorpresas del lugar, o bien creemos hacerlo y creemos que aquella información es suficiente como para ejercer nuestra voluntad. Podemos ver, o no, que existen muchas otras posibilidades y confiados en nuestra suerte, arremetemos en pos de desarrollar nuestra experticia.
En la cuarta línea ya nos sentimos familiarizados con el lugar, empezamos a ejercer nuestra influencia a un grado mayor. Entendiendo los ritmos del lugar intentamos ejercer nuestras habilidades transformadoras o nos sometemos a los ciclos imperantes con la perspectiva suficiente como para saber cómo y cuándo introducir nuestra voluntad. Podemos vivir cómodamente en este recodo, o podemos aspirar a la maestría en nuestro oficio, consagrarnos y adoptar el espíritu de la situación.
La quinta línea, comúnmente llamada del "regente" nos ofrece perspectiva, comprensión de los procesos. Para llegar a ella nos hemos adentrado en los diversos aspectos del lugar y hemos logrado desarrollar nuestras propias interpretaciones, o sabemos qué esperar acerca de los diversos participantes. Nuestra voluntad aquí se vuelve laxa o tiránica.
En la sexta línea nos despedimos del lugar yendo un paso más allá y podemos mirar hacia atrás y entender muchas más cosas, porque ya nonos sentimos atados a las responsabilidades y reglas que hemos aprendido a lo largo de nuestro recorrido. En este lugar podemos ser presa de la soberbia o bien adquirimos la sabiduría de quien ha experimentado toda una vida en dicho lugar, y nos preparamos para emigrar a un nuevo espacio.
Lo anterior, por cierto, corresponde sólo a un esbozo esquemático y muy general, sujeto a las características de cada hexagrama en particular. Hay algunos que se viven muy rápido, otros que se recorren de manera más pausada. Hay algunos que puede que nos lleve toda una vida recorrer y otros por los que pasaremos presurosos, sin mucha conciencia. Los hay más fáciles, más plácidos, más difíciles. Aspiramos a llegar a ciertos parajes toda una vida y otros los evitamos como la peste. Las posibilidades son infinitas.
Cuando salen dos o más líneas marcadas saltamos de un momento a otro en rápida sucesión, cuando las seis líneas cambian al unísono comprendemos que cada lugar lleva en sí el reflejo de otro, opuesto y complementario a niveles inusitados. El I ching es uno de tantos mapas para describir parajes arquetípicos de nuestra existencia, a los cuales volvemos una y otra vez desde diversos puntos de vista, como comprobamos aquellos que lo utilizamos como guía