miércoles, 20 de febrero de 2019

El hexagrama 38, o nuestro rol en las democracias representativas

Nuestras realidades colectivas están construidas fundamentalmente mediante consensos, y quizás no existe nada más mutable que los consensos colectivos. Este es uno de los motivos por los cuales el I Ching, el libro de los cambios, no ha perdido vigencia ni actualidad en los casi cinco mil años de historia documentada que conocemos, pese a que existan muchas maneras distintas de aproximarnos a su sabiduría. Este blog no tiene otro objetivo que compartir aquello que he ido descubriendo a lo largo de los 10 años que viene acompañándome como herramienta de trabajo. Descubrimientos por cierto discutibles y sujetos a actualización a la hora de ser compartidos.

Hoy precisamente me referiré al hexagrama 38, la Oposición, que puede representar aquello que nos sucede ante un consenso establecido. De acuerdo a la secuencia, este signo sucede y es la inversión del 37, el Morar Personas, que describe precisamente una situación que tiende a la permanencia, que en el lenguaje del i ching tiene que ver más con una constante actualización frente al paso del tiempo, tal como sucede con las estaciones del año. La familia es una estructura que nos ha servido como faro y referencia durante milenios, pese a sus múltiples actualizaciones, un mecanismo que descansa en los pequeños detalles cotidianos, los ritos como pueden ser los horarios para alimentarse y reunirse, las celebraciones, los momentos de limpieza y aseo, los momentos de descanso, todos los cuales dan sentido a la estructura y desde afuera pareciesen inalterables pese a que sabemos que cada día es distinto al anterior, que a lo largo del tiempo crecemos y envejecemos, nos reunimos y nos separamos y sin embargo siempre hay un momento para almorzar, para tomar onces, para ordenar y limpiar, un momento de ruido y otro de silencio, un momento indiviual y otro colectivo.  Como podemos ver si desmenuzamos el signo en sus trigramas correspondientes en el 37 existe la claridad interior (retratada a través del trigrama inferior li, lo adherente, el fuego) que todo aquello tiene un sentido, y la sutileza (representada a través de sun, lo suave, el viento) de no imponerlo bruscamente hacia el exterior. Cuando visitamos una casa ajena todo parece estar en su sitio y no percibimos las tensiones y contradicciones latentes entre sus diversos componentes.

No obstante, distinto es cuando nos cambiamos de sitio, cuando llegamos a un trabajo nuevo, a un país nuevo. Cada vez que aparece la necesidad de encajar en una nueva estructura surge un choque, un conflicto, algo que nos advierte que no estamos en el lugar que acostumbrábamos y que nos exige adaptarnos a las circunstancias. Entonces nos encontramos en el 38, que en mi opinión retrata nuestra condición de ciudadanos votantes en el marco de nuestras democracias representativas donde adoptamos la actitud cómoda y desapegada de que los gobiernos deben hacerse cargo de nuestros problemas y cuando no lo hacen sólo nos queda reclamar.

Nuestras sociedades cultivan la idea de que nuestra participación ciudadana se canaliza principalmente a través de un voto, lo cual a menudo puede resultar muy frustrante.


Aquí las contradicciones se manifiestan en lo cotidiano, y nos es difícil hacernos partícipes del sentido (o quizás el llamado es más urgente y apremiante) que acá aparece establecido a priori. y necesita conversarse hasta en el más ínfimo detalle, como muestra el trigrama inferior dui, el lago, para minimizar los choques y hacer la convivencia más llevadera.

Es por eso que en este hexagrama en particular las líneas inferiores tienden a ser más dúctiles y cautelosas, desde la primera que adopta la actitud de no hacerse problemas frente a las desaveniencias y transita en forma impetuosa como el joven zorro por la superficie del lago congelado, asumiendo que no hay que atarantarse, que es normal que ocurran malosentendidos y sigue adelante. Al sujeto de la primera línea le da lo mismo por quien votar, y quizás ni siquiera concurra a las urnas porque se está ocupando él mismo de hacer frente a la contingencia. No tiene idea de política, lo reconozca o no, y la verdad es que no le interesa. La segunda es empática, y reconoce que en situaciones de antagonismo no hay nada más útil que apelar a las experiencias comunes para generar identificación y resolver los conflictos fácilmente (aquella frase de "encuentra a su señor en una calle estrecha" puede tender a confundir pese a ser una adecuada metáfora a la situación). es el votante que se deja convencer y hace oidos sordos a las contradicciones. Mientras que la tercera se asoma a un lugar más incómodo, y luego de unos cuantos tropezones empieza a darse cuenta que aquella situación, persona o lugar no va mucho con aquello a lo que tiende o acostumbra y adopta una postura más independiente mientras se encuentre allí. Cuando se está en pareja este es un momento particularmente incómodo: empezamos a darnos cuenta que el otrx no es lo que pensábamos o aquello que nos acomoda, sino que simplemente es otrx y de alguna manera nos empezamos a desligar aún antes de decidir finalizar el vínculo (una situación muy posmoderna, por cierto). Aquí tenemos al ermitaño, a quien se aisla de una forma u otra.

El trigrama superior es li, el fuego, y habla de nuestras convicciones. En el caso particular de este hexagrama representa el momento donde empezamos a tomar conciencia que los antagonismos responden a cuestiones que nos parecen más decisivas y profundas que el simple desconocimiento o nuestra condición de recién llegados, sino que se trata de asuntos más cruciales. Empezamos a darnos cuenta que no somos necesariamente nosotros quienes provocamos el antagonismo y que quizás da lo mismo de donde venga, lo importante es que ocurre y lo estamos experimentando, que nuestra voluntad de adaptarnos tiene un límite determinado por nuestra experiencia y nuestras convicciones, o que simplemente no nos nace, no nos sale ni nos funciona.

La línea 4 en particular es jodida en ese aspecto, porque no podemos retirarnos ni hacer mucho al respecto. Nos sentimos incomprendidos, postergados e injustamente entendemos que nuestra forma de ver el mundo no es tomada en cuenta y simplemente bajamos el moño hasta que alguna circunstancia externa nos presenta una oportunidad de salida, que de acuerdo a la ley de los cambios viene determinada por el hexagrama 41, la merma, la renuncia, el sacrificio que en algún momento promete convertírsemos en aumento, si seguimos el orden prefigurado por la secuencia. Es cierto que en este punto pueden aparecer dudas al respecto, y son estas dudas las que hacen que esta línea se presente muchas veces como espinuda. Porque de todas maneras se trata de una línea yang: nos resistimos tenazmente, nos apegamos a nuestras convicciones y nos quedamos aislados un rato.  Es la amargura del comentarista politico, del opositor minoritario, de aquel que denuncia constantemente los abusos y atropellos sin que nadie lo escuche, el que despotrica a través de las redes sociales su descontento.

Si tan sólo llegásemos a la comprensión de la quinta y lográsemos ceder sin importar las dudas podríamos darnos cuenta que la gracia de estas situaciones es precisamente contribuir a formar nuestro carácter, que se convierte en el arma necesaria para transformarla y a partir de nuestros actos atraer el respaldo necesario de manera espontánea y así enfrentar aquello que nos separa como quien sale a cazar en el hexagrama 10, el porte, adquiriendo una comprensión cabal de la situación una vez superadas las dudas existenciales y la terquedad de aquella cuarta, quizás nos daríamos cuenta de lo provechosa y nutritiva que resulta nuestra experiencia del antagonismo para nuestro camino personal, que también es colectivo y no intentaríamos imponer nuestras convicciones a toda costa, los antagonismos no generarían guerras y el mundo sería un lugar mucho más armónico, aún acogiendo las diferencias.

Y pasado el umbral de la ductilidad que en este caso es representado por el regente de la quinta línea volvemos a asumir por última vez la guardia hasta que ocurre el milagro de reconocernos a nosotros mismos en ese otro que tanto nos atormentó y finalmente lo aceptamos e integramos en el hexagrama 54, incomprendido como pocos, donde dejamos que nuestro ego se disuelva nuestro ego en la pureza del amor incondicional, o quizás sólo pensamos que lo hacemos. Depende.

Como podemos ver, en muchas de nuestras sociedades democráticas representativas vivimos constantemente el 38, donde sólo podemos elegir a nuestros legisladores y goberanantes cada cierto tiempo y luego quedamos presos de aquello que decidan en nuestro nombre, nos guste o no. quizás sólo nuestras acciones comprometidas, como aquellas de la línea 5º, sean aquellas que definitivamente nos empoderen, pese a que siempre esté latente el riesgo de excedernos y llegar a la 6º y simplemente seguir adelante, porque gobierne quien gobierne tenemos que seguir adelante con nuestras vidas y tratar de ser felices con lo que nos tocó.