viernes, 11 de septiembre de 2020

El I Ching y el Big Data: una consulta personal

 A lo largo del siguiente ejercicio vamos a aprender a utilizar el i ching desde nuestros propios sesgos ideológicos, un tema que ya enuncié a lo largo de mi entrada anterior, que habla sobre el conflicto mapuche, pero que en esta oportunidad pretendo explicitar un poco más. 

Para ello, primero hablaré algunas líneas acerca del concepto de algoritmo. Un algoritmo es una forma de razonamiento lógico que permite describir cualquier acción cotidiana a partir de una cierta secuencia de pasos establecidos. Los algoritmos, por su definición, deben ser sencillos, claros, específicos y explicables. La gracia es que pueden utilizarse en secuencias y cadenas que permiten procesar una gran cantidad de datos de una forma muy simple. Si yo puedo escribir esta entrada y usted, estimadx lector, puede leerla es gracias a cadenas algorítmicas. 

Los algoritmos pueden llevarnos a  descontextualizarnos de nuestro entorno inmediato, desincentivando nuestra curiosidad natural. Si todas las respuestas están dadas por un algoritmo, ya no es necesario que las generemos por nosotros mismos. La búsqueda de conocimiento se reduce a encontrar el algoritmo que nos permita obtener el resultado deseado. Para ello, es prerrequisito desear un resultado.  

La publicidad con la cual somos bombardeados a diario nos ofrece cantidades crecientes de objetos de deseo: el éxito profesional, la superación personal, el bienestar económico, el amor, el conocimiento, e incluso el bienestar espiritual son algunos de los deseos que más o menos todos los seres humanos en algún grado atesoramos y mantenemos. El Nobel alternativo de economía Manfred Max Neef llamó a los objetos culturales y de consumo "satisfactores de necesidades". 

Una graficación del concepto de algoritmo tomada del buscador de google


De esta manera, nuestra actividad se reduce a encontrar el algoritmo adecuado para satisfacer nuestras necesidades y nuestra creatividad a revestir dichos algoritmos de formas novedosas y atractivas. 

Los algoritmos que generan nuestra cultura suelen ser cerrados: me gusta, no me gusta; estoy de acuerdo, estoy en desacuerdo; es un héroe, es un villano; estoy a favor, estoy en contra; es correcto, es incorrecto. Aún ofreciendo matices, los algoritmos prometen ahorrarnos experimentar la vida por nosotros mismos ofreciéndonos la posibilidad de no caer en el error, en el daño, en el tropiezo, la imperfección, lo cual, naturalmente, suele aterrarnos ¿Quién querría equivocarse a propósito? Y ese es un punto particularmente sensible cuando hablamos de decisiones complejas como la economía, los derechos sociales y nuestra forma de organizarnos y relacionarnos con el medio que nos rodea. 

Aquellos que conocemos y utilizamos el i ching, que si bien también se trata de un sistema algorítmico, sabemos que el conocimiento de su sabiduría no reemplazará nuestra experiencia pues nos ofrece un punto de vista con muchos más matices y claroscuros que la "buena fortuna" o la "mala fortuna" que prometen algunos de sus dictámenes, no todos ni la mayoría, por cierto. 

Tras los anteriores párrafos,  donde se ven caracterizados tanto mi conocimiento como mi opinión acerca de los algoritmos, que a pesar de ello son utilizados ampliamente por plataformas como facebook, Instagram y google analytics, las cuales son administradas por profesionales de las comunicaciones como es mi caso y que me causan evidentes resistencias conceptuales e ideológicas (algo rítmicamente "estoy en contra") Quise preguntar al I Ching, otro lenguaje algorítmico el cual utilizo y prefiero, lo siguiente: 

¿Cómo relacionarme desde mi vereda de comunicador con esta realidad algorítmica? 

El I Ching respondió con el hexagrama 13 "La comunidad de los hombres" mutando en su trigrama inferior fuego completamente en el trigrama agua y transformándose en el hexagrama 6 "el conflicto".

Es muy probable que la respuesta entregada esté aludiendo precisamente a este sesgo mío. Si usted, estimado lector, así lo considera, puede elegir no seguir leyendo (algoritmo) o puede continuar la lectura (algoritmo). Yo lo motivaría a elaborar su propia experiencia, independiente de si sigue leyendo y/o no. 

En fin. En este caso mi análisis no se referirá al trigrama cielo, que en ambos casos permanece arriba, intocado, incólume. Hay una parte de la vida que va más allá del ámbito de nuestra experiencia y que tiene que ver con nuestras acciones y su efecto transformador para un espectro más amplio que mi limitada experiencia transformadora. Allí, las infinitas posibilidades creativas se mantienen provocando transformaciones profundas más allá de lo que yo crea o no. 

Sin embargo, en el ámbito interior, limitado de mi experiencia, podemos ver que el fuego, que en el i ching representa la luz que entra por los ojos e ilumina la oscuridad, cambia al agua que representa aquella información que solo podemos experienciar empapándonos de ella, es decir escuchando (en el I Ching el trigrama kan también representa al oído). En el caso del ojo, siempre podemos cerrarlo y la luz no pasará, pero si la abrimos, no podemos elegir cuánta cantidad de luz entra sino que está predeterminada por la capacidad de nuestros bastones y la dilatación de nuestras pupilas (apertura del diafragma) En el caso segundo, no podemos elegir no escuchar aquello que nos rodea (a no ser que nuestro aparato auditivo esté dañado o tapado) pero sí podemos someter lo que escuchamos a toda clase de filtros conscientes pese al poco control que tenemos respecto a aquello que nos llega. 

Dicho de otra manera, en el hexagrama 13 puedo elegir libremente abrirme a utilizar aquella lógica algorítmica o no. En su primera línea, advierte que dicha elección se hace "ante el portón" y que "no hay mácula" pero una vez adentro, no puedo discriminar porque aquello supondría perder aquella libertad de acción anunciada por el hexagrama y me advierte en la tercera que, si escondo armas en el matorral, durante mucho tiempo no seré capaz de apreciar sus evidentes ventajas. Sería caer en sinestesia o pretender "escuchar con los ojos" lo cual evidentemente provocaría un conflicto entre el mundo exterior y mi interioridad. Se trata de estar dispuesto a seguir las reglas básicas del sentido común y no pretender torcerlas para evitar ciertos alcances sesgados. O dicho en lenguaje algorítmico "o lo tomas tal como se te ofrece o no puedes tomarlo". Pero, aquí cobra importancia el hexagrama complementario. "Eres sincero y te refrenan, una cuidadosa demora trae buena fortuna, llevar las cosas hasta el fin trae mala suerte, no conviene cruzar la gran agua". 

Si lo tomo como una verdad y así lo acepto "en libertad de acción" podré cruzar la gran agua, es decir, comunicarme en una era definida en gran medida por términos algorítmicos, pero aún así no puedo hacerlo discriminando porque existe una desconfianza que me lleva a vivirlo como un conflicto que, como se trata de líneas móviles, es algo que fácilmente podría ahorrarme si no cruzo la puerta y simplemente lo observo sin un juicio previo y lo uso cuando haya que usarlo. Así me evito el conflicto y no me comprometo con la algoritmia. 

El sabio amigo i ching sí que es sabio en sus planteamientos ¿verdad? Nos presenta un punto de vista interesante y completamente desapegado y neutral, mientras que al mismo tiempo reconoce mis sesgos. 

Pasa lo mismo con cualquier tipo de preguntas que queramos hacerle. Si aceptamos con neutralidad sus respuestas, lo cual suele presentarse difícil sobre todo en las terceras líneas del hombre, nos evitaremos tropezones y contratiempos. Pero somos humanos, nos gusta revolcarnos y torcer el mundo con el cual interactuamos. He aquí uno de nuestras más grandes paradojas.