Existen momentos de nuestras
vidas en los cuales nos encontramos bloqueados por toda clase de ansiedades,
miedos y esperanzas determinados por las circunstancias que estamos viviendo.
Muchas veces es el momento en el cual muchxs de nosotrxs, que trabajamos con
oráculos, recurrimos a ellos con la esperanza de que nos ayuden a aclarar un
poco el panorama.
![]() |
La gente se agrupa para esperar, no puede hacer otra cosa. |
El tema es hacerlo con la debida
disposición, ser capaces de cambiar el switch, quizás una pequeña meditación o
ejercicio físico antes de consultar, pues de otra manera estas sesiones están
condenadas a la improductividad.
Estamos invadidos, apremiados por
el problema. Muchas veces queremos una respuesta específica y tememos otra. Si
partimos consultando con nuestro deseo en mente de alguna manera podemos torcer
la interpretación para que se acomode a nuestros miedos o temores, podemos
preguntar de nuevo de otra manera para ver si la respuesta se corresponde con
la anterior, y en algún momento es posible que la respuesta no refleje más que
nuestro propio estado de confusión mental sin añadir información como nos
gustaría. En esos casos un mediador imparcial puede ser una ayuda importante
que supla nuestra estrechez de visión.
“Aguardar con vino y alimento”
recomienda el I Ching. Crear un ambiente relajado, agradable, que nos permita
la apertura de aceptar cualquiera sea el mensaje que recibamos. Yo añadiría
como recomendación tratar de desconectar, en lo posible, nuestra implicación
personal en dicho asunto. “¿Qué debo aprender de esta situación?” “¿Qué me está
mostrando?” “¿Cuál es la manera más adecuada de enfrentarla?” “¿Cómo mis
propios intereses están afectando mi percepción de la situación?” Recordemos que
el I Ching habla el lenguaje de la naturaleza, que es impersonal y nos
trasciende como individuos. Las situaciones que nos implican directamente
suelen hacernos olvidar su transitoriedad.
En el hexagrama “La Espera” el
Libro de los cambios aconseja calma y paciencia, aún cuando el peligro se vea a
lo lejos. Mientras más cerca se ve más difícil mantener la tranquilidad, la
mente se llena de urgencias, miedos que nos hacen dudar de nuestra posición y
ofrecen la posibilidad cierta de cometer errores. A veces no nos queda otra que
cometerlos y aceptar sus consecuencias. Es entonces cuando un destino se vuelve
inevitable: no porque no tengamos la opción de evitarlo, sino porque estamos cegados
a entender que sí podemos y elegimos no hacerlo, conscientes del riesgo.
La calma nos permite observar las
circunstancias desapasionadamente, separando nuestro punto de vista subjetivo
que piensa en términos de ganancias y pérdidas. Nos aporta contexto, una visión
más amplia que no se circunscribe a lo inmediato, sino que nos permite conectar
con la situación desde un punto de vista más impersonal.
Aquí estoy, al acecho. Algo está
pasando que amenaza mi bienestar y debo actuar, pero para poder actuar debo
estar tranquilo y saber bien hasta dónde puedo llegar sin arriesgarme a
empeorar la situación más de lo que está. Las líneas nos irán indicando que tan
presionados estamos, porque hay veces (como en la línea 4) que pese al peligro
no queda otra que hacerle frente como sea, y otras que este aparente peligro
trae consigo vueltas de tuerca absolutamente impredecibles (como en la línea 6)
Sea como sea, es la energía creativa la encargada de aportar la calma necesaria
para enfrentar la sesión de lectura ante una emergencia con la cabeza fría para
obtener la guía que necesitamos y que encontraremos si ponemos de nuestra
parte.