Mucho se ha escrito desde diversas áreas sobre el cambio climático. Si aceptamos o no su misma existencia, enfrentándolo a la imposibilidad de conocer los ritmos planetarios en términos de eones pese a todos los adelantos científicos que han permitido medir el clima en rangos de millones de años atrás y las numerosas y nefastas proyecciones en base a los datos actuales, cómo podemos explicar su aparición y acaso lo más importante: ¿Podemos hacer algo al respecto?
La respuesta fue el trigrama 52, Ken, El Aquietamiento, La Montaña.
Ken es uno de los trigramas duplicados, es el hermano menor, el fin del movimiento en el reposo. Es un lugar de peregrinaje, de difícil acceso, un lugar de poder desde el cual es posible dominar todo alrededor. En muchas culturas inaccesibles montañas han alojado toda clase de templos y ciudades enteras, también centros de esquí, antenas de telecomunicaciones y telescopios de toda clase. Prisiones y fortalezas que dentro de sí albergan grandes tesoros (como el hexagrama 26, que nos presenta lo que hay al interior de las montañas)
En el aquietamiento vida y muerte se encuentran. Es un lugar de descanso, de protección. Una puerta nos protege del exterior también, en nuestro cuerpo las manos cumplen esa función aunque en nuestra cultura resulta difícil aceptar esta metáfora siendo la mano una de nuestras herramientas principales para transformar nuestro entorno.
En el arreglo del cielo posterior el trigrama Ken aparece al final del invierno, señalando el momento de inicio del año en curso, para nosotros el mes de agosto. "La montaña y el lago mantienen la unión de sus fuerzas" en el mundo de las ideas, donde montaña aparece en el otoño obrando la detención, el replegarse hacia sí mismo.
Resulta curioso que el i ching elija contestar con el aquietamiento cuando pareciese que ocurre todo lo contrario y los elementos se desatan inclementes y sin control. Se me ocurren algunas posibles explicaciones que iré fundamentando a partir de las cualidades correspondientes a las líneas móviles dos (yin) y seis (yang)
Agosto en la zona centro norte de Chile es el penúltimo mes de invierno, el punto de inflexión donde las condiciones empiezan a revertirse para dar paso a la primavera. Si el invierno fue lluvioso agosto suele serlo, si fue seco, puede que caiga algún aguacero aislado. Es un estado transicional, de entrada y salida, una especie de puerta por la cual entran las energías del nuevo año y se retiran los últimos vestigios del viejo. Si subimos unos cuantos niveles nos encontramos con las yugas o ciclos galácticos descritos por los hindúes. De acuerdo a algunas interpretaciones nos encontramos saliendo de kali yuga, una edad oscura y de decadencia, invernal, donde nuestros sistema solar comienza a volver a acercarse al sol central de la galaxia, que los mayas llamaron hunab ku.
Dice la traducción de Wilhelm:
Él está tranquilo
Mantiene quieta su espalda
ya no siente su cuerpo
Se dirige a su patio, no ve a su gente
No hay mácula.
Cuando los ritmos acostumbrados dejan de funcionar nos sorprendemos, las redes sociales hacen eco ofreciendo explicaciones de todo tipo, algunas naturalizando la situación, otras generando alarmas y toda clase de teorías conspirativas. La milenaria sabiduría del i ching nos invita a escucharnos, a ponernos atención a ver si quizás en nuestro interior descubrimos algunas claves para comprender este aparente desorden.
El hexagrama 52 invita al aquietamiento, los comentarios de Wilhelm infieren alguna relación con la práctica del yoga y la meditación, cuyo sentido es escuchar nuestro cuerpo, el flujo de la sangre, del alimento, de la respiración, hacer consciente todos esos procesos que mantienen con vida a nuestro cuerpo y que tienen su correspondencia en los fenómenos naturales con los cuales comparten no pocas similitudes.
La línea dos, yin en segundo puesto, es débil. Corresponde a las piernas, que siguen los impulsos del pie y no pueden moverse con independencia.
Mantener quietas las pantorrillas
Él no puede salvar a quien va siguiendo
su corazón no está alegre.
Se trata de consecuencias desatadas, movimientos que ya no podemos detener y que nos llenan de angustia. Ese sentimiento de pequeñez e impotencia infinita ante la voluntad de los poderosos en el plano material que ha sido capaz de transformar drásticamente el planeta en unos pocos siglos que a ratos nos llega y nos oprime el pecho. No podemos evitar sentirla, aunque seamos capaces de detenernos para considerar un rumbo distinto, y un comienzo es aceptar que los cambios han llegado para quedarse.
No obstante, la línea seis, yang, nos entrega un poco de esperanza. Se trata de una detención lúcida, de quien ya ha atravesado todas las etapas del aquietarse y finalmente acepta sus circunstancias tal y como son.
Un generoso mantenerse quieto
Buena Fortuna,
No hay cuestionamiento, no hay duda, ansiedad ni incertidumbre. Las cosas son como son y ya. Se acepta el aquietarse, uno se detiene y comienza a escuchar sin acelerarse, asumiendo que esta detención no es ni más ni menos que un estado de polaridad, una acumulación de energías, un momento de transición que nos recomienda calma para enfrentar lo que se nos viene encima, representado por el hexagrama 46 "Empujar hacia arriba" que representa con elegancia el crecimiento de la planta desde la semilla, y por qué no, la secuencia fibonnaci.
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