El hexagrama Nº 3 del Libro de
las Mutaciones, al menos de acuerdo al orden tradicional que ha llegado a
nuestras manos, se hace llamar Las Dificultades del comienzo. Los dos hermanos
mayores: trueno abajo, impetuoso y
determinado a subir al cielo, y arriba agua, cayendo decididamente hacia la
tierra. Dos movimientos poderosos enfrentándose cara a cara en el primer
encuentro de las energías mezcladas de los trigramas, tal y como las percibimos
en nuestra cotidianeidad.
Un tallo de hierba creciendo en
medio de la lluvia, abriéndose paso en medio de la tierra, el trigrama nuclear
inferior, que debe atravesar grandes alturas, como lo indica el trigrama nuclear
superior montaña. El tercer hermano, silencioso y apacible, mediando entre
estos dos hermanos de energías potentes que se encuentran por primera vez en el
mundo.
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La claridad suele estar detrás de la tormenta, si logramos resistirla. |
Un llamado espiritual que
atraviesa el abismo. Todos los asuntos parecen confusos, la información
contradictoria y es difícil saber qué rumbo tomarán los asuntos. No sabemos,
nos acercamos al i ching porque quisiéramos saber, despejar los enigmas como
buenos buscadores de la verdad, entrenados en los caminos del dragón, y como de
costumbre, su respuesta nos confunde: no hay claridad, es un momento oscuro, y
los momentos oscuros suelen desconcertarnos.
No aceptamos no saber,
desconocemos cualquier tabú y no entendemos la necesidad de tantas
civilizaciones de esconder cosas, de oscurecer otras y negar la racionalidad
por medio de actos que nos parecen bárbaros y sin sentido desde nuestra
educación y valores.
Aquí el i ching parece decirnos “no
es momento de saber, simplemente atraviesa la tormenta, ya irás enterándote en
el camino”. En el blog del abate soderini Marta Ortiz establece la analogía con
la intuición, ese rayo fulminante que atraviesa la conciencia y nos insta a
actuar, a oscuras.
La promesa es el éxito supremo,
según la traducción de Wilhelm. “Cosechante prueba” aparece en Ritsema, similar
a los hexagramas precedentes, ni más ni menos que el Cielo y la Tierra. La
condición es no emprender nada, sino designar ayudantes. En síntesis no correr
sin más en pos de lo deseado, porque su naturaleza aún no está clara. Nos toca
aprender, nos toca buscar ayuda y estar preparados, porque no sabemos, Acá el
peligro pareciese estar en saber, porque estamos siendo guiados, arrastrados
por una voluntad superior y si nuestra voluntad interfiere es posible que se
produzcan distorsiones. Le hacemos el quite a las dificultades y tendemos hacia
una vida sin sobresaltos, a una zona de confort que una vez conseguida
inexplicablemente termina por inquietarnos.
Al principio nos llega la cosa
sin forma, sin dirección y sin indicaciones. La primera línea yang, impetuosa,
precipitada. “Columna de piedra” traduce Ritsema. Wilhelm habla de refrenación
y ambos rescatan la idea de buscar ayuda para sortear las dificultades que
están recién asomándose. Su mutación nos lleva al hexagrama 8, la solidaridad
con los hombres. El sujeto de esta línea es inexperto, está solo y necesita
ayuda, necesita un centro de gravedad que lo inspire. Es alguien que siente el
llamado de lo colectivo.
El trabajo es largo. Diez años,
informa el texto, pero es una metáfora que indica un ciclo de dificultades. El
caballo y el coche que se separan expresan desavenencias de opinión, tendencias
contrarias y divergentes que deben pasar un tiempo de antagonismo hasta que
logren encontrarse. Al mutar esta línea y sólo esta línea llegamos al hexagrama
60, La Limitación, que nos lleva al gran dilema de cómo establecer límites
conscientes a la propia naturaleza. Aceptar la disparidad y el conflicto sin
hacer nada para zanjarlo, dejar que las cosas pasen y luego aprovechar la
oportunidad de resolverlo.
En cambio la tercera pierde su
rumbo. Busca donde no hay, se afana inútilmente al no aceptar la dificultad.
Avanza sola y así se pierde, y no encuentra lo que busca. “No hay cautela” y se
enreda. Aparece entonces el hexagrama 63 “Después de la consumación” donde se
afana en mantener el orden, en castigar al país del demonio durante 3 años
empantanado a su suerte, abriéndose paso dificultosamente pese a obtener la
claridad que buscaba. Ciertamente a partir de su falta de precaución se terminó
enredando en un asunto complicado y difícil de resolver.
Las líneas superiores ya están de
lleno en las dificultades. No obstante la cuarta es un respiro en medio de la
tormenta, es la ayuda prometida en la primera línea. A diferencia de lo
indicado por la segunda, acá la ayuda que nos refrena nos fortalece y nos
templa, no es difícil reconocerla y no nos cuesta dejarnos conducir a menos que
el orgullo de pensar que nosotros mismos fuimos quienes condujimos la situación
y así tratar de tomar ventaja de ésta.
La quinta es una de las más
crípticas: “Dificultades al dar la bendición” advierte el texto. Acá, a
diferencia de las anteriores, se trata de una línea fuerte, el centro de la
tempestad, el ojo del peligro. Se trata de permanecer sumamente cauteloso ante
la información que recibimos del medio, tratando de abrirse paso
silenciosamente, sin hacerse notar, con pequeña perseverancia. De lo contrario
podría haber una desgracia, un revés, un sinsabor. Más nos conviene regresar a
la luz, a la aceptación del misterio que nutre lo creativo en su ascenso.
Finalmente la sexta avanza más
allá de la dificultad y en ello se agota inútilmente. Lágrimas de sangre se
derraman. Las lágrimas ayudan a liberar el orgullo y el egoísmo del que fuimos
presos. Esta línea es una indicación clarísima: no era por ahí por donde
empujamos, y nos duele el resultado. El aferrarnos a nuestro ego sólo terminará
enredando más las cosas, como nos advierte su reflejo al mutar en el hexagrama
42 “El Aumento”. No debemos quedarnos ahí, si podemos aprender de los errores y
volver a intentarlo por otro lado.
Aceptar el no saber y confiar que
la incertidumbre es parte de la experiencia de la vida nos otorgará ese éxito
prometido a partir de la ayuda que se nos pondrá en el camino. Un camino muy
distinto al del héroe impetuoso que no cuenta más que con su determinación,
como en las películas de Hollywood. El Libro de los Cambios advierte repetidas
veces contra la obstinación y suele recomendar dejarnos llevar y actuar sólo
cuando la situación lo exige, por eso suele ser un tanto incómodo y confuso
para nuestra cultura acostumbrada a prevalecer a toda costa, aún si necesita
arrasar todo el planeta para ello.
excelente me gusto muy clara
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