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domingo, 31 de enero de 2021

Los decretos y el hexagrama 4

Uno de los conceptos favoritos de esta época para aquellas personas que se vuelcan a la práctica espiritual es cómo afectan nuestras percepciones al entorno, y cómo podemos transformar nuestro entorno a partir del entrenamiento de nuestras facultades: esto es, el decreto. Como la mayoría de lo que nos rodea, el enfocar nuestra voluntad para conseguir un efecto en la realidad puede ser un tremendo estímulo o puede utilizarse para justificar las más grandes atrocidades. En los grandes mass media son muchos quienes han utilizado el decreto para justificar la pobreza (el pobre es pobre porque quiere), la violación (por algo atrajo eso a su vida), entre otros temas polémicos. Particularmente como terapeuta he constatado que existe una obsesiones con el estar "bien" con el ser "positivo" para atraer "buenas" vibras y que eso muchas veces nos impide mirar o tomar conciencia de otros estados no tan positivos que experimentamos cotidianamente, creando una disonancia que puede transformarse en una potencial dolencia o en un episodio desafortunado o trágico: un estallido de violencia, una crisis de pánico entre otras posibilidades. Más allá de mi opinión, quise preguntarle al I Ching en qué forma lo que decretamos o pulsamos incide en nuestra realidad y nuestras circunstancias. La respuesta fue el hexagrama 4, la insensatez de la juventud. Cuando meng aparece en nuestras consultas tendemos a asumir la literalidad y crudeza de las palabras del juicio, y a menudo pasamos por alto aquella frase que dice "la insensatez de la juventud tiene éxito". Tiene éxito porque nos permite reconocer que no sabemos, que quizás no tenemos los elementos de juicio, que nos queda mucho por aprender al respecto y estamos en el momento preciso para hacerlo. Pero también podemos dejar que las imágenes nos hablen y dejar de asumir la literalidad de la frase, lo cual es particularmente útil cuando consultamos en abstracto. Podemos decir, por ejemplo, que en este caso no es necesariamente nuestra insensatez sino nuestra inexperiencia la que nos confronta. Y es que la vida jamás deja de mantenerse misteriosa, incontrolable e inaccesible como el trigrama agua, y no nos queda otra que dejarnos llevar por las circunstancias y sólo así seremos capaces de identificar cuando la corriente esté a favor de aquellas decisiones o movimientos que queremos realizar y podremos efectivamente cumplir nuestros decretos. Y aún así, frente a nosotros hay una montaña conformada por historias, secuencias, moldeada por eventos geológicos, por el viento, intervenida por la Flora y fauna, por el hombre o simplemente misteriosa e inexorable frente a nosotros, a la cual podemos mirar y que nos sirve como ejemplo.
Magritte, en esta pintura, captura la idea de decreto magistralmente. 
En esta lectura las dos líneas móviles fueron la primera y la segunda: impulsivas e inexperienciadas, cada una desde una óptica particular. La primera línea es yin, una línea receptiva, demasiado pasiva, que recibe las lecciones de su entorno para aprender de su inexperiencia y moverse en consecuencia. Puede ser una víctima de las circunstancias, circunstancias respecto a las cuales no tenemos control y que nos golpean. Uno no elige a la familia que le tocó, ni el país, ni el medio social donde se desenvuelve. Sin embargo, en ellas uno aprende y modifica su comportamiento. Se adapta con el objeto de aprender y no las niega. Si sólo muta este hexagrama nos vamos al 41, la aminoración, que nos enseña el valor de acomodarnos a las carencias y extraer de ellas las enseñanzas que nos permitan transformarla en riquezas o perlas de sabiduría en el 42. La segunda línea adopta la actitud contraria: aprende a desenvolverse a la fuerza, con ímpetu y voluntad de superación. Es una línea orgullosa, minuciosa, impulsiva y arrolladora, aunque apenas consiga un efecto limitado. La voluntad de transformar circunstancias, de educarnos, de salir adelante para escapar de la incerteza. Que nos lleva derecho al 23, que muchas veces es derrumbe y tantas otras una cáscara vacía que no cumple ninguna función. Enmascarados nuestra realidad con un prisma de colores y creemos que nuestra voluntad y sólo ella todo lo puede. Así sobrellevamos la angustia de la incerteza, pero corremos el riesgo de no ver más allá de nuestras narices, perdemos la atención que es tan fundamental. Ambas posiciones son incorrectas, o quizás la palabra adecuada sea fuera de lugar: la primera demasiado sumisa y conformista, la segunda demasiado orgullosa y tozuda. Este contrapunto de energias, al mutar en conjunto, nos lleva al hexagrama 27: la alimentación. ¿Y cuál es el mensaje del 27? Que la alimentacion es un proceso activo, por supuesto. Pero que encierra un componente receptivo que es tan importante como la acción misma de comer. Es importante discriminar cómo me alimento, cuando me alimento, pero aquello que elijo para alimentarme existe más allá de nosotros y tiene efectos en nuestro organismo. Tiene formas de ser consumido, presenta riesgos de excesos. Podemos decretar situaciones y deseos cuyos efectos pueden ser nocivos y olvidarnos de aquello que nuestro cuerpo necesita, podemos alimentarnos para experimentar el placer de la comida, para apagar nuestras ansiedades, y por supuesto, necesitamos alimentarnos para sobrevivir, y eso nada tiene que ver con nuestra voluntad. Entonces ¿Sirve o no sirve decretar? La respuesta, como acostumbra a mostrarnos en el i ching es "puede ser, depende". Sólo hay que tener cuidado de no engañarse y pensar que la voluntad lo puede todo, y no dejar estar atentos a la información que recibimos de nuestro entorno, solo así podremos comprobar cuán efectivos pueden ser nuestros decretos.