Podemos encontrar en el i ching gran parte de nuestras utopías sociales si sabemos cómo buscarlas, y de la misma manera podemos comprender cómo ellas corresponden a posibilidades relativas que poseen sus fortalezas y también sus debilidades. En particular hoy hablaremos del hexagrama 9, la fuerza domesticadora de lo pequeño, o cuando el esfuerzo por sí sólo no es suficiente.
El i ching es un mapa de la realidad palpable: tiene sus días, sus noches, sus veranos y sus inviernos. Permanece siempre en flujo, aún cuando reina la quietud. En el hexagrama 9 vemos cómo nuestros impulsos creativos se encuentran frente a una barrera aparentemente infranqueable, representada por sun, el viento, aquello que invisiblemente nos define.
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La noche oscura de no saber, en el sexto puesto, nos enseña a cinectarnos con el aquí y el ahora del hexagrama 10, el sentar el pie. |
Trabajar con sun exige una clase de esfuerzo muy distinto a aquel que estamos acostumbrados a realizar, se trata de someter nuestra voluntad de conseguir resultados y adaptarnos a las circunstancias. Porque no podemos apropiarnos del viento, ni contenerlo, ni desafiarlo, ni vencerlo directamente, como bien saben los habitantes del caribe que periódicamente lidian con devastadores huracanes. No hay ingenio humano que hasta el momento logre evitar su avance inexorable, pese a las millonarias inversiones en ciencia y tecnología y sin embargo estamos rodeados de fábulas donde lo imposible se hace posible mediante la voluntad, donde cualquiera puede encontrar el éxito que todos perseguimos incansablemente. Los medios de comunicación están llenos de historias de aquellos afortunados que lograron vencer sus limitaciones, muchas veces por medio de enormes sacrificios personales y les convertimos en objeto de admiración, o envidia.
Y sin embargo nuestra sociedad está llena de limitaciones. La raza, la nacionalidad, el género sexual, la cultura, nuestro medio social, nuestros karmas y debilidades personales muchas veces constituyen algunas de estas barreras, infranqueables de manera individual salvo excepciones. El primer paso consiste en reconocerlas, investigarlas, entender por qué y cómo operan, qué tan necesarias son, y ello exige comprenderlas, someterse a ellas. voluntariamente. Esta es la gran tarea del hexagrama 9, una tarea ingrata y muchas veces incómoda que no estamos programados para cumplir. Queremos ser extraordinarios, especiales, y no nos damos cuenta que el serlo también es un estado de cambio, que lo extraordinario empieza precisamente desde lo ordinario, lo regular, lo tantas veces despreciado e invisible, lo cotidiano, donde nada ganamos ni perdemos, sino simplemente respiramos, nos llenamos los pulmones de aire, botamos el dióxido de carbono, realizamos nuestras rutinas acostumbradas, comemos, dormimos mientras somos bombardeados de acontecimientos y hazañas que nos distraen de algún modo haciendo que divaguemos, llevando nuestros pensamientos a otro lugar cualquiera menos en el cual estamos. No podemos huir del todo de este bombardeo, pero sí podemos observar las reacciones que provoca en nosotros, sean cuales fueren. Si invertimos la energía de la queja en aceptar el mensaje que nos trae, en vez de resistirnos, podremos recuperar nuestra capacidad transformadora de la situación adaptándonos a ella mientras reunimos las fuerzas que aún no tenemos hasta que lleguemos a aquella cuarta línea yin, y escuchemos su mensaje.
si eres veraz
desaparece la sangre y el miedo
no hay mácula
Allí donde lo interior y lo exterior encuentran la armonía, se acepta el momento y estaremos listos para elegir si nos quedamos en el puesto y nos retiramos tranquilos o emprendemos un último vuelo hacia la cumbre.
Y si nos retiramos, llegará la posibilidad de trascender la situación yendo más allá de sus posibilidades de expansión, más allá de unirte con otros que estén de acuerdo en transformarla.y castrar sus colmillones de cerdo en el hexagrama 26, la fuerza amansadora de lo grande, la montaña sobre la cual se encuentran las respuestas, como tesoros enterrados bajo la montaña de la experiencia, que nos permiten identificar aquellos patrones que se repiten en nosotros y atajarlos como si se tratara de los cuernos limados de un buey o los de un colmillo castrado de cerdo, como nos sea más útil.
Finalmente llegamos a incorporar el material, a adquirir la posición de sabiduría en medio de la noche oscura, ad portas del hexagrama 5, donde podemos comprender que si te caes en el hoyo, puedes aprovechar la situación para dejar de depender de tu necesidad y adaptarte a los imprevistos y cambios de rumbo como una oportunidad para profundizar en las circunstancias que nos llevaron a perder el pie y caernos en primer lugar, y adoptar la actitud prudente de quien descansa en su hogar durante la noche, transformando el percance en una oportunidad preciosa para reponer las fuerza, y si no caemos, podemos alcanzar la agudeza mental necesaria para enfrentar el objetivo fundamental del hexagrama que le sigue en la secuencia, el número 10, el sentar el pie sobre la cola del tigre que ya lográbamos atisbar a lo lejos desde aquella sexta línea precedente, experiencia que nos entrega la prudencia de cuidar nuestros pasos en medio de la oscuridad de la noche del no saber, para no caernos y poner sobre aviso al tigre que representa, entre otras cosas, la comprensión del sentido a partir de la experiencia inmersa y atenta del aquí y del ahora.
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