El i ching, representante de tiempos más arcaicos, es un constante recordatorio que nuestras valoraciones personales no son ni más ni menos que puntos de vista que se alternan en compleja e inexorable sucesión, determinando temporadas de abundancia o escazez, de luz y oscuridad, que con variaciones todos experimentamos a lo largo de nuestras vidas.
Hoy analizaremos uno de estos momentos de oscuridad, uno de estos hexagramas difíciles que tantos miedos y quebraderos de cabeza nos despiertan. El hexagrama 47, la desazón.
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El Río Choapa pasaba con un caudal enorme por Salamanca, hoy esto es lo que queda gracias a la acción de las mineras. Es lo que nos ocurre a nosotros en tiempos de desazón. |
La imagen por sí sóla es muy descriptiva en términos de los trigramas: el agua del lago se escurre, el lago, lo alegre, se seca. Nos vemos enfrentados al aislamiento, la incomprensión. Lo único que nos sostiene es el corazón, que sin embargo flaquea a la luz de los acontecimientos. "Cosechante prueba" dice en la versión de Ritsema Karcher, más cercana a las complejidades semánticas del chino arcaico. Nuestra propia entereza se ve amenazada por las circunstancias.
Se trata de una situación que puede ser temporalmente muy persistente, como reza la primera línea. "durante tres años no ve nada" y son palabras que indudablemente nos ponen en guardia. Nadie quisiera vivir tres años de dificultades ininterrumpidas. No obstante, se trata de una advertencia: cuando las circunstancias no nos acompañan por algún tiempo no es fácil descartar que se trata de una mala racha persistente, aunque probablemente la impaciencia y la agitación propia del trigrama kan sea aquella que determine estos tres años. Cuando cambia esta línea nos vamos al hexagrama lo alegre, el lago, hacemos un cambio de switch y la situación de inmediato despliega la posibilidad de aceptar con alegría la dificultad y no dejar que las fuerzas flaqueen. Esto es más simple de decir que de hacer, pues estamos recién entrando a la situación y no hemos experimentado sus alcances. Cualquier persona que haya sufrido de depresión sabe que lo que menos ayuda es cuando tus amistades y cercanos, con la mejor intención, te piden "estar bien" llenándonos de impotencia y de una sensación de inutilidad. Aquí, al comenzar, el oráculo nos advierte que nuestra visión está nublada y las palabras se limitan a caracterizar la situación. El cambio de switch depende exclusivamente de nosotros, y quizás sea muy pronto aún.
En la segunda línea empezamos a comprender que pese a lo mal que nos sentimos las cosas no andan tan mal. Tenemos comida y bebida, estamos sobrellevando la situación y sin embargo nos sentimos oprimidos por ella. Tratar de salir a toda costa, de escabullirse, nos lleva al peligro de no apreciarla y de realizar cálculos optimistas. El desafío aquí es alcanzar el centro, descubrir qué nos enseña la situación antes de intentar refugiarnos en las olvidadas e injustamente menospreciadas instancias colectivas que representa el hexagrama 45, "La Reunión" agradeciendo que aún no somos doblegados.
La tercera línea, como muchas en este puesto, es porfiada. No acepta la situación y quiere estar bien a toda costa y por ello anda por la vida buscando cómo salvarse, desesperadamente y aquello lo lleva al error, al desequilibrio, al desbalance en el cual radica el sentido del peligro dentro de este oráculo. La monumental presión del hexagrama 28, la preponderancia de lo grande, que provoca que la viga se rompa, metáfora muy atingente. Se trata, quizás, de la línea más difícil del hexagrama, pero como vemos, esta dificultad nace de una forma poco adecuada de enfrentar una situación de desazón.
Las líneas superiores de este hexagrama suelen ser aún más crípticas para nosotros los occidentales, impacientes buscadores de la felicidad. En la cuarta línea se nos advierte que ahora sí es momento de moverse, que la situación alcanzó un punto de inflexión que precisa nuestra acción, aunque no existan fuerzas. Aquí ya somos conscientes de la enseñanza y los motivos de nuestro confinamiento, experimentamos en nosotros mismos aquella sensación a la cual llegamos desde el 46, al empujar más arriba de donde correspondía al tiempo y de a poco empezamos a movilizarnos para dejar atrás este estado temporal de la existencia gracias a la acción del 29.
Pero ocurre que este movimiento puede que aún no sea suficiente para sacarnos de la situación y aún nos quede la parte más amarga de la torta, aquella que nos asfixia y oprime más que cualquier otra. En la quinta línea hemos tocado fondo, y no queda más que aceptar la situación infausta hasta que finalmente se disipe en el 40. Se nos pide aquí tener fe en lo invisible, porque lo visible está bloqueado, y es fácil bajar los brazos.
Finalmente ocurre que llegado un momento naturalmente la situación comienza a ceder, los bloqueos comienzan a liberarse aunque nuestra fe quebrantada aún no lo acepta, desconfía de la situación. En este caso la cautela es demasiado escrupulosa, y corremos el riesgo de quedarnos atrapados dentro de un eterno conflicto interior, o bien podemos hacernos la idea de trascender la situación ingrata y seguir nuestro camino hasta el 48, el pozo de agua, donde nos toca examinar nuestros fundamentos, aquello que llamamos "esencia" y que paradójicamente está formado por trigramas fluentes.
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