En medio de un foro/tocata organizado por un colectivo feminista en una plazuela urbana de un sector de clase media acomodada de Santiago de Chile se lanzó la pregunta "¿de dónde venimos?" Y el i ching respondió con el hexagrama 48, "El Pozo".
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Los chinos desarrollaron pozos como éste, sin embargo su estructura metafórica es universal. |
El pozo es, ante todo, una invitación a mirarse hacia adentro. A dejar que las raíces se hundan en la tierra y extraigan de ella el líquido subterráneo, condición ineludible para conformar una ciudad. En estos tiempos de feroz individualismo se nos olvida que las ciudades nacen ante todo como construcciones colectivas que permiten satisfacer las necesidades básicas de alimentación, protección y abrigo. Son estructuras artificiales que delimitan un territorio y lo hacen familiar para un grupo de personas que se organizan para sacar agua de aquel único pozo, primigenio e inevitable, que no podemos transportar ni llevarnos consigo.
Sin importar nivel social, género, edad, credo o religión todos necesitamos agua de ese pozo que algunos podrán llamar "alma", "esencia", "Dios", "constitución", "ley", "dogma", "yo" entre muchas otras variables para monopolizarlo y hacer acto de apropiación. Es acaso la pieza constituituva de nuestra personalidad, aquellos aspectos que se mantienen constantes a lo largo de nuestra vida y nos hacen únicos e insustituibles, seamos quien seamos. Aquello que nos define y de cierta forma nos limita.
En algún momento de nuestras vidas todos sentimos ese llamado a descubrir qué somos, por más que nuestras culturas hayan desarrollado una amplia variedad de respuestas. La nación, el lugar de nacimiento, una ideología, una identidad sexual, un club deportivo, un sueño, un estilo musical, una clase social o aspiracional, una profesión, un oficio son algunos de los sucedáneos que nos hemos inventado, que nos agrupan en torno a algo más grande. El entramado que agrupa los diversos aspectos múltiples y cambiantes de nuestro yo, nuestras edades que en nosotros quedan, nuestros miedos y anhelos.
El libro de las mutaciones es elusivo en cuanto a enumerar, sólo nos dice que este pozo no se puede cambiar y que existen dos riesgos: quedarnos en la superficie cómoda o atarantarnos a profundizar y perder el esfuerzo por falta de rigor. Ante todo, implica penetrar, como nos muestra el trigrama inferior sun, y permanecer en el flujo, como nos muestra el superior kan el agua. Dentro de él podemos encontrar una confortable ilusión, como nos muestra el nuclear inferior lago, o un dogma iluminador, como lo hace el nuclear superior fuego. Todas las hermanas, las energías yin, las posibilidades activadas por el fluir del agua inquieta, que no se queda con lo que le dicen y lo arriesga todo porbir en pos de sus respuestas.
Nos dice que "de dónde venimos" puede aclararse en este momento de introspección, de mirarse hacia adentro más allá de lo que hemos aprendido y reproducimos en nuestro socializar. Un momento solemne, profundo, al cual llegamos después de experimentar la desazón en el 47 y nos lleva a intentar la muda en el 49.
No nos asegura, sin embargo, que esa agua esté limpia y fresca. En la línea 1 nadie bebe de esa agua turbia, condicionada por la educación que recibimos en el 5. No estamos preparados para la tarea aún. En la línea 2 desconfiamos, estamos demasiado ocupados sobreviviendo en el aquí y ahora y sin embargo nos invita a la calma.
Las lineas centrales de este hexagrama son particularmente angustiosas en su transcurrir. La tercera al beberla nos trae la amarga conciencia de nuestra individualidad, nos hace sentirnos aislados y desaprovechados, detentores de verdades únicas e irreproducibles, iluminados y visionarios incomprendidos cuya naturaleza nos aleja del resto de la humanidad, lo cual por cierto es lamentable y nos ata de manos en el 60. Por su parte, en la cuarta voluntariamente nos retiramos a nuestra interioridad, superamos la angustia y comprendemos que la introspección es necesaria, un refugio a salvo de la tormenta por mientras logramos alcanzar e inspirar a los de abajo en medio de los tiempos convulsionados y urgentes del 28.
En nuestra respuesta, sin embargo, se manifestaron las dos líneas superiores, las únicas donde este líquido vital llega directo hacia nosotros. En particular la quinta donde, libres de nuestro ego, comprendemos que el adentrarnos en nuestro pozo individual y arquetípico se encuentra indivisiblemente ligado a lo colectivo, al ascenso del 46 y la sexta donde el pozo es de libre acceso para quien quiera utilizarlo y finalmente nos logramos extender orgánicamente como ramas del mismo bosque, perdiendo el sentido de propiedad y la hacha en el arquetípico 57, que nos regresa al alma colectiva y recuerda a nuestro ego que es un aspecto más del sinfín de manifestaciones de la energia en su fluir.
Ambas líneas al mutar, el fuerte soberano y el dócil sabio que determinan un pozo libre de empantanamientos, de miedos instintivos y de las cadenas del ego, nos invita en el 18 a trabajar juntos en aquello que está corrompido, compartiendo nuestras búsquedas, nuestros dogmas y saberes en la construcción de algo nuevo, y distinto, que sin embargo alguna vez ya ha sido experimentado por la humanidad aunque no existan registros de ello. A veces, nuestro espíritu, o algo dentro de nosotros recuerda, quizás esta misma agua del pozo.