viernes, 14 de septiembre de 2018

Para entender las líneas del I Ching: el hexagrama como un viaje

A partir de la polaridad fundamental del yin y el yang el i ching ofrece una amplia variedad de combinaciones posibles, las cuales a menudo confunden y enredan sobretodo a los usuarios occidentales a quienes nos resulta difícil evitar la necesidad de respuestas tajantes e irrevocables. Cada hexagrama es un complejo mundo que se complica aún más cuando una o más líneas cambian en su opuesto, generando nuevos hexagramas. Los comentarios del texto ayudan a aliviar algo esta tarea, pero ¿Qué ocurre cuando dos o más lineas cambian al mismo tiempo?  Y peor aún ¿Qué ocurre cuando los significados de las línea parecen diametralmente opuestos?

El internet nos permite acceder a una gran variedad de traducciones y conocer el estudio que realiza una gran cantidad de personas al respecto, en diversas épocas y a lo largo de distintos lugares, pero ante todo, la experiencia es fundamental. A lo largo de estas líneas ofreceré el método que a mí me ha resultado más abordable.
Somos aves de paso en este mapa conformado de hexagramas, de yin y de yang.


 Las líneas de los hexagramas del i ching pueden entenderse como escenas, momentos dentro de cada situación a la cual entramos y salimos. Entramos a estas escenas a partir de la primera línea de abajo y salimos por la última de arriba. Si leemos los textos nos encontraremos con una propuesta de orden jerárquico donde a medida que ascendemos cada línea representa a alguien de mayor rango. Personalmente, me gusta pensar en que es la experiencia de vivir el contexto de cada hexagrama aquel rasgo que determina aquella verticalidad.

Entramos a la situación como neófitos, sin saber muy bien de que se trata el asunto en la primera. Si la línea es yin, podría decirse que entramos con prudencia, o que de pronto nos hemos encontrado en aquella situación sin que nuestra voluntad tenga que ver; si es yang quizás entramos impetuosos, a toda carrera, deseoso de conocer este nuevo escenario que se nos presenta, o quizás  arrancando de una situación ingresamos a toda carrera en lo desconocido.

En la segunda línea ya logramos identificar algunos aspectos generales de aquello que se despliega ante nosotros, nos hacemos una idea general acerca del ambiente, la geografía, el tipo de personas que encontramos allí. Si se trata de una línea yin puede que elijamos un rincón determinado donde nos sentimos cómodos y seguros, porque nos agradó o porque allí nos sentimos protegidos. Si la línea es yang nos sentiremos inclinados a influir en el tejido de la situación, o impacientes, seguiremos nuestro camino de descubrimiento guiados por nuestro olfato, o nuestra ansiedad.

En la tercera línea ya logramos un conocimiento cabal acerca de donde estamos, hemos pasado ya algún tiempo en el lugar y podemos observar situaciones y detalles que a primera vista resultaban indistinguibles. Identificamos ritmos, frecuencias, relaciones que acaso nos permitirían sacar ventaja o al menos afrontar de manera más preparada las sorpresas del lugar, o bien creemos hacerlo y creemos que aquella información es suficiente como para ejercer nuestra voluntad. Podemos ver, o no, que existen muchas otras posibilidades y confiados en nuestra suerte, arremetemos en pos de desarrollar nuestra experticia.

En la cuarta línea ya nos sentimos familiarizados con el lugar, empezamos a ejercer nuestra influencia a un grado mayor. Entendiendo los ritmos del lugar intentamos ejercer nuestras habilidades transformadoras o  nos sometemos a los ciclos imperantes con la perspectiva suficiente como para saber cómo y cuándo introducir nuestra voluntad. Podemos vivir cómodamente en este recodo, o podemos aspirar a la maestría en nuestro oficio, consagrarnos y adoptar el espíritu de la situación.

La quinta línea, comúnmente llamada del "regente" nos ofrece perspectiva, comprensión de los procesos. Para llegar a ella nos hemos adentrado en los diversos aspectos del lugar y hemos logrado desarrollar nuestras propias interpretaciones, o sabemos qué esperar acerca de los diversos participantes. Nuestra voluntad aquí se vuelve laxa o tiránica.

En la sexta línea nos despedimos del lugar yendo un paso más allá y podemos mirar hacia atrás y entender muchas más cosas, porque ya nonos sentimos atados a las responsabilidades y reglas que hemos aprendido a lo largo de nuestro recorrido. En este lugar podemos ser presa de la soberbia o bien adquirimos la sabiduría de quien ha experimentado toda una vida en dicho lugar, y nos preparamos para emigrar a un nuevo espacio.

Lo anterior, por cierto, corresponde sólo a un esbozo esquemático y muy general, sujeto a las características de cada hexagrama en particular. Hay algunos que se viven muy rápido, otros que se recorren de manera más pausada. Hay algunos que puede que nos lleve toda una vida recorrer y otros por los que  pasaremos presurosos, sin mucha conciencia. Los hay más fáciles, más plácidos, más difíciles. Aspiramos a llegar a ciertos parajes toda una vida y otros los evitamos como la peste. Las posibilidades son infinitas.

Cuando salen dos o más líneas marcadas saltamos de un momento a otro en rápida sucesión, cuando las seis líneas cambian al unísono comprendemos que cada lugar lleva en sí el reflejo de otro, opuesto y complementario a niveles inusitados. El I ching es uno de tantos mapas para describir parajes arquetípicos de nuestra existencia, a los cuales volvemos una y otra vez desde diversos puntos de vista, como comprobamos aquellos que lo utilizamos como guía

lunes, 27 de agosto de 2018

El temido octavo mes del hexagrama 19

El Acercamiento es uno de esos hexagramas contradictorios que suele causarnos un montón de dolores de cabeza cuando nos aparece como respuesta, todo a causa de la advertencia final "En el octavo mes habrá mala fortuna". Y es que a nosotros, los occidentales, no nos hacen gracia las contradicciones ni las paradojas, que no nos traen más que quebraderos de cabeza. 

¿Cómo es posible que la fortuna no nos acompañe eternamente? reclaman algunos, y cuando recibimos este hexagrama, nuestra atención se dirige automáticamente a cómo evitar esa ominosa amenaza que se cierne sobre nuestros acariciados proyectos y sueños. 

Nuestra cultura se cimenta prácticamente en el crecimiento económico como pilar fundamental, y de la misma manera rendimos culto a la juventud y la belleza haciendo lo posible por mantenernos en la cresta de la ola. Rainier María Rilke, en su décima elegía, retrata magistralmente aquello que nos pasa en ese aciago octavo mes: 

Y nosotros, que pensamos en una dicha creciente,
sentiríamos la emoción

que casi nos consterna

cuando algo dichoso se derrumba


Y esta vez ni siquiera nos salva la traducción de Ritsema-Karcher, que tan a menudo alivia el peso de nuestras precisas e inequívocas palabras. "Culminar tendiendo-hacia la octava luna: poseer un peligro." 

El poeta y sus profundas imágenes

La suerte, inevitablemente se invierte. Aquello que a nosotros llega, se nos escapa de entre las manos. Si nos atenemos a la secuencia de los hexagramas , después del 19 subimos en el 20 a la torre de la contemplación, donde somos capaces de observar nuestro camino con ojo crítico. La torre, una especie de montaña artificial que la humanidad creó no sólo para acercarse a la divinidad, sino también para ensanchar la vista y romper las limitaciones de nuestra perspectiva. En ella conectamos con los ancestros y por un instante sagrado rompemos la ilusión de separatidad, volvemos a sentirnos seguros detrás de las paredes del templo, que representa lo que hay de divino en nosotros, la fuerza creadora yang en el quinto y en el sexto puesto.

El 19, en tanto, representa el impulso de crecer, nuestros deseos de llegar a la cúspide que desde aquí se presenta misteriosa e inescrutable. A ella nos acercamos con alegría, revitalizados después de cumplir con las tareas que nos impuso el hexagrama anterior, El Trabajo en lo que está Corrompido.

Lo interesante es que las imágenes que ofrecen los trigramas permiten otras interpretaciones muy diversas: Si lago está abajo y tierra está arriba, podríamos decir que Lin es un manantial de aguas subterráneas, y la advertencia del octavo mes quizás podría leerse como una advertencia de que dicho manantial, que a diferencia de aquél representado en el hexagrama 48 aún no es habilitado para su uso, podría secarse si consumimos más agua de la cuenta.

Otra manera de interpretarlo puede ser la promoción de aquellos ciudadanos de clase inferior que muestran iniciativa y ambición, siendo favorecidos por las clases dirigentes receptivas y benevolentes que gobiernan con guante de seda, casi sin hacerse notar. Recordemos que el I Ching era un oráculo utilizado por la aristocracia, y en hexagramas como éste parece promover la idea de un gobierno que no se impone por la fuerza y estimula la iniciativa de sus súbditos en pos del desarrollo del imperio, pero sólo hasta cierto límite, hasta este octavo mes que en este caso cumpliría una función disuasiva.

Las líneas de este hexagrama caracterizan las fases de este acercamiento, que en general no presenta más dificultades que aquellas derivadas de la  hasta extremos eternos. Sabiduría práctica: cuando uno estira mucho el elástico, se corta. El sujeto de la línea 3, debil y cómoda, es quizás el más confuso en su ilusión de que las cosas le llegarán en bandeja, ilusión que de todos modos se rompe y finalmente lo lleva a la añorada paz, que tampoco dura para siempre, pero ya no se desgasta en lamentarlo y la aprovecha.   

 



jueves, 16 de agosto de 2018

El I Ching, lo receptivo y la Magia (y algo de lo creativo también)



El termino "magia" es uno de aquellos que más se ha ido desdibujando a lo largo del tiempo. Para una persona común y corriente, entre otras cosas, puede aludir tanto a proezas pirotécnicas e inverosímiles, a una suerte de deus ex machina que nos permite obtener resultados sin esfuerzo o torcer las reglas de la realidad, una superstición sin sentido o un punto de vista particular que nos asombra y nos saca de lo acostumbrado. Lo asociamos tanto a oscuros personajes del lado oscuro del judeocristianismo como a brillantes héroes de novelas y superproducciones hollywoodenses, a toda clase de charlatanes e ilusionistas que realizan proezas imposibles.

Personalmente me gusta definir el término como una manera oblicua de operar entre las realidades, que se distancia de las relaciones causales, las explicaciones lógicas y las verdades incuestionables. Consultado al respecto, el I Ching indicó que la magia es el hexagrama 2, Lo Receptivo.

Me gusta pensar que con los dos primeros hexagramas, el I ching designa las dos fuerzas primordiales del universo: Lo creativo, claro, luminoso, impetuoso y transformador  en Ch'ien, y lo Receptivo, oscuro, misterioso y profundo en K'un. La Inteligencia creativa que actúa sobre la realidad moldeándola a su imagen y semejanza, y la intuición misteriosa que se somete a los ritmos de la naturaleza y actúa en conformidad a ellos.

La magia tiene mucho de eso, de observar y sentir cada porción del universo como algo que está en constante diálogo con nosotros, que habitamos y estamos circunscritos a esta esfera, rodeados de elementos, fenómenos naturales, animales, otras culturas, energías y una infinidad de aspectos que impactan en nosotros al unísono sin que seamos capaces de controlarlos por completo. La magia tiene mucho de escuchar y relacionarse sometiéndonos voluntariamente a aquella conjunción de fuerzas, y en ese someterse encontrar los momentos adecuados para que nuestra voluntad se manifieste.

Ritsema-Karcher traducen el ideograma como "Campo" aquello a lo que estamos circunscritos, la extensión espacial que nos rodea, determina y frente a la cual somos dependientes. La misteriosa naturaleza y sus caprichosos modos que la ciencia intenta incansablemente desentrañar, y cada vez que parece hacerlo nuevas contradicciones e interrogantes surgen en un eterno juego que el cineasta chileno Raúl Ruiz caracteriza en su Poética del Cine como "ministerio" y "misterio" y otros pensadores han encontrado en la dialéctica occidental entre la civilización y la naturaleza.

El Misterio bellamente retratado en "El despierto del Puente del Alma" de Raúl Ruiz

Hilando más fino, de acuerdo a ello podríamos agregar que aquello que llamamos magia es una de las formas primordiales de interacción con el mundo, que consiste en comunicarnos con aquello que nos rodea de una forma íntima, asumiéndonos dependientes, y asumiendo esa dependencia de forma voluntaria y constructiva vamos aprendiendo a escuchar y a movernos al unísono. Y así podemos llegar a identificar aquellas ventanas donde  podemos llevar a cabo aquellas transformaciones que provienen desde nuestra voluntad, adoptando la energía primordial de aquel dragón del hexagrama 1.

La respuesta que el I ching me entregó no acaba aquí. En ella aparecieron dos líneas móviles: la línea dos,  regente, costituyente y fundamental. Aquella nos habla de "enderezar" en los cuatro puntos cardinales, y añade un elemento fundamental: no repetir, no caer en los patrones automáticos y respetar las formas, esto es, los rituales en su esencia más pura, cuando logramos identificarnos con ellos más allá de la repetición mecánica de actos que implican y cobran un sentido que nos entrega orden y nos motiva a fluir como el agua, desde el corazón.  El peligro del ritual es que tiende a utilizarse en pos de algún poder, y por eso esta segunda línea al aparecer en el hexagrama 13 nos previene acerca de las relaciones secretas, de las consecuencias de los amarres realizados a partir de esta sabiduría.

La segunda línea, la cuarta, habla de una bolsa atada, esto es, la importancia de guardarse la fe, de no predicar ni intentar convencer a los demás de aquello que nos moviliza, aquello que hemos encontrado y nos ha encontrado. Aquella cuarta línea yin que en el hexagrama 9 promete apartar la sangre y el miedo a partir de su veracidad interior, da lo mismo si nadie más lo percibe. ¿Existe la magia o no? La respuesta se vuelve poética. ¿Qué lleva cada uno de nosotros en su bolsa? Y al mutar y convertirse en yang se transforma en el daimon que nos inspira y arroja a enfrentar lo desconocido con confianza en el 16 con la impetuosidad y la convicción del trueno, del hijo mayor.

Son ambos hijos que aparecen en el hexagrama proyectado, el 40, la Liberación o "desintegración" de aquello que obstruye nuestro camino, mostrandonos que las obstrucciones suelen provenir de las resistencias que son vencidas mágicamente mediante el rito y el silencio, entregándonos la impetuosidad del agua y el fervor del trueno. Inevitable citar a otro grande, Andrei Tarkovsky, en su última película "El Sacrificio" 

Si quiere saber de rituales, El Sacrificio de Tarkovsky es una tremenda guia.




 

martes, 7 de agosto de 2018

Experimentando la desazón en el hexagrama 47

Vivimos en una sociedad orientada hacia la acción, hacia lo luminoso, que poco ha aprendido a hacerse cargo de sus oscuridades desde que irradió por todo el globo sus ideales de progreso y bienestar, haciéndonos difícil la tarea a los seres humanos que en algún momento u otro, en mayor o menor medida, debemos enfrentar situaciones desfavorables que parecen conspirar contra nuestra felicidad y buen vivir.

El i ching, representante de tiempos más arcaicos, es un constante recordatorio que nuestras valoraciones personales no son ni más ni menos que puntos de vista que se alternan en compleja e inexorable sucesión, determinando temporadas de abundancia o escazez, de luz y oscuridad, que con  variaciones todos experimentamos a lo largo de nuestras vidas.

Hoy analizaremos uno de estos momentos de oscuridad, uno de estos hexagramas difíciles que tantos miedos y quebraderos de cabeza nos despiertan. El hexagrama 47, la desazón.

El Río Choapa pasaba con un caudal enorme por Salamanca, hoy esto es lo que queda gracias a la acción de las mineras. Es lo que nos ocurre a nosotros en tiempos de desazón.


La imagen por sí sóla es muy descriptiva en términos de los trigramas: el agua del lago se escurre, el lago, lo alegre, se seca. Nos vemos enfrentados al aislamiento, la incomprensión. Lo único que nos sostiene es el corazón, que sin embargo flaquea a la luz de los acontecimientos. "Cosechante prueba" dice en la versión de Ritsema Karcher, más cercana a las complejidades semánticas del chino arcaico. Nuestra propia entereza se ve amenazada por las circunstancias.

Se trata de una situación que puede ser temporalmente muy persistente, como reza la primera línea. "durante tres años no ve nada" y son palabras que indudablemente nos ponen en guardia. Nadie quisiera vivir tres años de dificultades ininterrumpidas. No obstante, se trata de una advertencia: cuando las circunstancias no nos acompañan por algún tiempo no es fácil descartar que se trata de una mala racha persistente, aunque probablemente la impaciencia y la agitación propia del trigrama kan sea aquella que determine estos tres años. Cuando cambia esta línea nos vamos al hexagrama lo alegre, el lago, hacemos un cambio de switch y la situación de inmediato despliega la posibilidad de aceptar con alegría la dificultad y no dejar que las fuerzas flaqueen. Esto es más simple de decir que de hacer, pues estamos recién entrando a la situación y no hemos experimentado sus alcances. Cualquier persona que haya sufrido de depresión sabe que lo que menos ayuda es cuando tus amistades y cercanos, con la mejor intención, te piden "estar bien" llenándonos de impotencia y de una sensación de inutilidad. Aquí, al comenzar, el oráculo nos advierte que nuestra visión está nublada y las palabras se limitan a caracterizar la situación. El cambio de switch depende exclusivamente de nosotros, y quizás sea muy pronto aún.

En la segunda línea empezamos a comprender que pese a lo mal que nos sentimos las cosas no andan tan mal. Tenemos comida y bebida, estamos sobrellevando la situación y sin embargo nos sentimos oprimidos por ella. Tratar de salir a toda costa, de escabullirse, nos lleva al peligro de no apreciarla y de realizar cálculos optimistas. El desafío aquí es alcanzar el centro, descubrir qué nos enseña la situación antes de intentar refugiarnos en las olvidadas e injustamente menospreciadas instancias colectivas que representa el hexagrama 45, "La Reunión" agradeciendo que aún no somos doblegados.

La tercera línea, como muchas en este puesto, es porfiada. No acepta la situación y quiere estar bien a toda costa y por ello anda por la vida buscando cómo salvarse, desesperadamente y aquello lo lleva al error, al desequilibrio, al desbalance en el cual radica el sentido del peligro dentro de este oráculo. La monumental presión del hexagrama 28, la preponderancia de lo grande, que provoca que la viga se rompa, metáfora muy atingente. Se trata, quizás, de la línea más difícil del hexagrama, pero como vemos, esta dificultad nace de una forma poco adecuada de enfrentar una situación de desazón.

Las líneas superiores de este hexagrama suelen ser aún más crípticas para nosotros los occidentales, impacientes buscadores de la felicidad. En la cuarta línea se nos advierte que ahora sí es momento de moverse, que la situación alcanzó un punto de inflexión que precisa nuestra acción, aunque no existan fuerzas. Aquí ya somos conscientes de la enseñanza y los motivos de nuestro confinamiento, experimentamos en nosotros mismos aquella sensación a la cual llegamos desde el 46, al empujar más arriba de donde correspondía al tiempo y de a poco empezamos a movilizarnos para dejar atrás este estado temporal de la existencia gracias a la acción del 29.

Pero ocurre que este movimiento puede que aún no sea suficiente para sacarnos de la situación y aún nos quede la parte más amarga de la torta, aquella que nos asfixia y oprime más que cualquier otra. En la quinta línea hemos tocado fondo, y no queda más que aceptar la situación infausta hasta que finalmente se disipe en el 40. Se nos pide aquí tener fe en lo invisible, porque lo visible está bloqueado, y es fácil bajar los brazos.

Finalmente ocurre que llegado un momento naturalmente la situación comienza a ceder, los bloqueos comienzan a liberarse aunque nuestra fe quebrantada aún no lo acepta, desconfía de la situación. En este caso la cautela es demasiado escrupulosa, y corremos el riesgo de quedarnos atrapados dentro de un eterno conflicto interior, o bien podemos hacernos la idea de trascender la situación ingrata y seguir nuestro camino hasta el 48, el pozo de agua, donde nos toca examinar nuestros fundamentos, aquello que llamamos "esencia" y que paradójicamente está formado por trigramas fluentes.  

 

miércoles, 11 de julio de 2018

La verdad y el I Ching: un ejemplo interpretando el Tzolkin de Argüelles

Uno de los rasgos que define a nuestra cultura es la afición que tempranamete vamos desarrollando hacia las "cazas de brujas", sobretodo cuando nos creeemos poseedores de alguna verdad fundamental acerca de alguna materia. En nuestras manos, el I Ching es uno de esos instrumentos que nos permiten discernir acerca de la veracidad de algún dogma, permitiéndonos desnudar contradicciones y discernir aspectos oscuros sobre algún tema en particular.

Como vimos en el post anterior y comprobaremos de alguna forma u otra a lo largo de nuestras vidas, la verdad suele ser un parámetro muy subjetivo y admitir muchas aristas e interpretaciones. Dentro de los hexagramas del i ching el 61, la verdad interior, nos entrega varias pistas acerca de la naturaleza de esta verdad, que está conformada por los trigramas lago abajo y viento arriba. Su forma gráfica a su vez nos recuerda al trigrama fuego. Todos ellos son trigramas femeninos.

Los trigramas que definimos como femeninos están conformados, paradójicamente, por dos líneas yang y una yin que es aquella que los define a través de su receptividad. Lo yin penetrando por debajo, suave e invisible en el caso de Sun, claro, orgulloso y resplandeciente en medio en el caso de Li, o expresándose alegre y seductoramente afuera en el caso de Dui.

Podemos decir entonces que para que podamos hablar de una verdad debe existir primero una alegre serenidad interior, una convicción tranquila, amable y reposada, la cual nos permite discriminar y discernir en el exterior sin aspavientos ni brusquedades. Se trata de una luz que entra por las pupilas, un huevo que en su interior encierra la vida el cual necesita fecundarse.

Una verdad es un rayo que ilumina, y como bien sabe cualquier fotógrafo, la luz crea contraluces


Los trigramas nucleares, en cambio, son ambos masculinos. Los trigramas masculinos se entienden en el i ching como dos lineas yin comandadas por una yang que los define. En el 61 se hacen presentes Dhsen, el trueno, con su impetuosidad fervorosa y Ken, la montaña, con su infinita serenidad. Existe una tendencia subyacente a apostolar, a extender nuestras verdades a los cuatro vientos, que no obstante se ve temperada por la sabiduría del silencio.

Al menos en el i ching y en este plano abstracto de análisis podemos observar que la verdad poco tiene que ver con el dominio y el imperio de imponerse y extenderse, y mucho con el atesorarse y echar raíces en el corazón de manera sosegada.

Al hacer conscientes estos atributos podremos darnos cuenta que, quizás, no vale mucho la pena buscar comprobaciones empíricas de aquello que nos define, sino dejar que eche raíces sin dar nada por cierto, permitiéndonos que la información que recibimos del exterior vaya modificando siempre aquello que creeemos que sabemos y teniendo en consideración ante todo cómo nos hace sentir en nuestro fuero interno.

En lo personal, una de las mayores enseñanzas que me ha traído el I Ching es el hacerme consciente de mi tendencia a apostolar y lo ávido que he sido al buscar verdades en una época de la historia de la humanidad donde aquellos parámetros ya no son tan claros como los fueron para nuestros padres y abuelos.

El siglo XX y lo que va del XXI han sido feroces e implacables en la destrucción de utopías que por milenios parecían inamovibles, desde el aporte filosófico de Nietzche al proclamar "Dios ha muerto" hasta comprobar globalmente los alcances peligrosamente destructivos que han alcanzado nuestras obras como civilización. El escepticismo que caracteriza a aquella corriente de pensamiento que los filósofos han llamado Posmodernidad también ha alimentado nuestras facetas más fundamentalistas, aquellas que nos suelen poner en conflicto con el resto, con los otros que no piensan como nosotros y permanecen en la oscuridad de la ignorancia, o de la falta de fe, creando barreras comunicativas entre nosotros que en ocasiones son infranqueables y cada día son alimentadas desde nuestras producciones culturales.

Luego de este largo preámbulo entraré en materia presentándoles un ejemplo muy cercano. Antes de conocer el I Ching conocí el Tzolkin galáctico de José Argüelles, y luego de muchos años de practicarlo dejé de hacerlo precisamente porque hubo aspectos que me parecieron dudosos, particularmente su forma de plantear el i ching y cierta tendencia fervorosa a alimentar la sensación de iluminación.

El new age, el despertar espiritual de occidente, tiene muchísimo de aquello. Ya desde Aleister Crowley han sido innumerables buscadores de la verdad desde lo esotérico que se apasionan al entramar las diversas formas de conocimiento que la humanidad ha tejido en un tronco común, con la esperanza de disolver nuestras diferencias en pos de un objetivo universal.  Un objetivo loable pero que en la práctica y para ciertas personas escépticas como yo suele causar el efecto contrario.

Esta vez decidí preguntarle al i ching, ya sin ánimos de desenmascarar la visión de Argüelles, que por lo demás considero una interesante forma de desarrollar una forma distinta a nuestros calendarios occidentales de concebir el tiempo, una capacidad que las civilizaciones antiguas desarrollaron profusamente y que la nuestra ha desincentivado en pos del orden práctico de una representación global.

La pregunta fue "¿Cómo consideras la visión que José Argüelles realiza del I Ching?" y la respuesta fue sorprendente: el hexagrama 35, el Progreso, mutando en sus dos primeras líneas al hexagrama 38, la Oposición.  

Una muestra de la propuesta de Argüelles


El hexagrama 35 es para mí uno de los más difíciles de abordar, por lo cual sólo ofreceré ciertos esbozos. Es la madre sometiéndose a la hija del medio, la oscura y profunda devoción a lo misterioso y desconocido frente a la claridad que fervorosa, y paradójicamente, surge cuando nuestra mente iluminada, pragmática y patriarcal acepta dentro de sí el germen de lo vacío. Es el encuentro inusitado, inesperado y fructífero, que nos incita a mirar con otros ojos aquello que quizás por soberbia descartamos.

Recordemos que Argüelles era un arqueólogo, formado en la academia, recinto que suele alimentar nuestras ideas de verdad a partir de un extenso cúmulo de conocimientos y técnicas, que en algún momento declara haber tenido una visión desconocida que lo impulsó a abandonar la academia, a publicar sus libros y dar conferencias por todo el mundo, reuniendo en torno suyo miles de seguidores y creando núcleos en torno a sus postulados a lo largo del globo.

De acuerdo a este hexagrama podemos indicar que aquello que recibió José Argüelles fue en efecto una iluminación, que terminó modificando sus parámetros y le dio sentido a su vida junto a la de muchas otras personas, un auténtico portento similar al que han recibido otros tantos como Terence McKenna, Maya Deren y un montón de ilustres desconocidos a lo largo del mundo, y por supuesto, otros que cometieron atrocidades que son ampliamente condenables, como el mismísimo Hitler, entre otros.

Ahora veamos que ocurre con las líneas. La primera línea habla de un progreso refrenado, aún no reconocido y que no se desespera por obtener reconocimiento. Sabe lo que tiene entre manos, y con tranquila perseverancia sigue su camino sin vacilaciones, silenciosamente como lo hizo Argüelles entre los suyos.

La segunda linea en tanto habla de temores y adversidades, sabemos que Argüelles sufrió la pérdida de un hijo en medio de su peregrinaje. En este caso habla de tender hacia la madre, de dulcificar y acoger, y puede entenderse como el consejo de no tomar en consideración los sesgos patriarcales de la sabiduría que encierra su trabajo, que es precisamente la enseñanza que podemos desprender del anterior análisis del 61.

Así, su progreso espiritual ha encontrado oposiciones en este mundo, oposiciones por cierto que lo confrontan con escépticos suspicaces como quien suscribe, un antagonismo que por cierto no excluye cierta posibilidad de entendimiento que se desarrolla en forma paulatina y constante. Hay verdades para todos los gustos. Si como humanidad lográsemos comprender que ninguna verdad nos hace superiores, ni diferentes, quizás existirían muchos menos conflictos, o conflictos más acotados.

Independientemente que personalmente tenga muchas objeciones a la visión que presenta Argüelles, que no expondré aquí, no soy quien para desenmascararlo, y claramente el I Ching tampoco. Quizás si quien pregunta es alguien que sigue sus enseñanzas la respuesta será distinta. Lo mismo si preguntamos acerca de Jesús, Mahoma, Marx, Adam Smith, Trump, Madero o quien sea, es prudente recordarlo, y en sí es una tremenda enseñanza para nuestros egos.



  

jueves, 5 de julio de 2018

Más allá de las verdades: el hexagrama 62

En términos muy sencillos podemos explicar el i ching como un sistema basado en la alternancia entre los dos principios fundamentales definidos como Yin (lo oscuro) y Yang (lo luminoso). Esta alternancia básica adquiere complejidad al duplicarse y definir un espacio representado por los cuatro símbolos, y luego adquiere un alcance tridimensional en los ocho trigramas. Se trata de una metáfora bastante sencilla que puede observarse en diversos aspectos evidentes de la realidad como el transcurrir de los días, de las estaciones del año y en nuestros ciclos vitales. Estos ocho trigramas, al duplicarse, dan origen a los 64 hexagramas que ejemplifican la complejidad y diversidad de posibilidades que encierra nuestra realidad, que van mucho más allá de estos dos principios fundamentales que en lo concreto y cotidiano resultan inseparables.

Un pájaro sabe muy bien cuándo ha de volar


El ejercicio de separarlos sólo resulta posible mediante la abstracción. Nuestra matriz cultural judeocristiana ha perseguido durante los últimos dos mil años, de diversas, formas, la búsqueda de esa unidad fundamental representada en el concepto de un dios absoluto, omnipresente y omnisciente que las diversas culturas paganas, si bien nunca dejaron de reconocer, tampoco fue objeto de especial atención.

Seamos ateos o creyentes, esta búsqueda persiste en nuestros días. Podemos encontrarla detrás de nuestras ansias de verdad, de perfeccion, en nuestras utopías sociales, morales y políticas, en nuestros ideales cotidianos, en todas las ocasiones cuando sometemos a juicios morales nuestras conductas, actitudes y sentimientos, cuando entendemos al I Ching como un maestro, como una herramienta que nos acerca a esa verdad tan elusiva como la objetividad periodística, que presenta innumerables permutaciones, tantas como culturas existen en el planeta.

De alguna manera el I Ching, como los otros oráculos, se resiste a ser encarcelado en esas verdades y sin embargo pueden utilizarse para responder nuestras dudas y encaminarnos en nuestras respectivas sendas, recordándonos que pese a la diversidad de posibilidades existe algo profundo que nos hermana y nos hace partícipes de sendas mucho más universales que poco tienen que ver con nuestras creencias y subjetividades. Podemos utilizarlo desde una perspectiva gnóstica, atea, politeísta, epistemiológica y encontrar en sus hexagramas referencias profundas a cualquiera de las sendas que transitamos.

Pero el foco es distinto. El propósito del i ching no es identificarse con alguna forma de pensamiento, sino más bien es un marco de referencia en el cual podemos encontrar lo que buscamos. Si nos vamos a la secuencia podríamos afirmar que la verdad, definida en el hexagrama 61 como "interior" de acuerdo a la traducción de Wilhelm y que en términos ideogramáticos, en una interpretación muy libre de la traducción de Ritsema-Karcher se trata fundamentalmente de "encontrarnos conforme a nuestro centro (los espíritus)", viene del 60, de la articulación que viene del ordenarse, de encontrar ese centro al dejar que nuestras aguas encuentren con alegría donde contenerse, y que contra todo lo que pensamos no puede extenderse más allá como nos damos cuenta en el 62, cuando pretendemos volar más allá de nuestro nido.

Cuando ponemos la verdad por delante y la usamos para juzgar a otros caemos en el 62, nos quedamos cortos y corremos el riesgo de caer en las redes del cazador. "Ave voladora: el sonido del abandono" dice el hexagrama. Aquí el hombre pequeño, el cotidiano (no "inferior" como implica Wilhelm) que tiene la sabiduría práctica de ocuparse de sus propios asuntos es el que triunfa al predicar con el ejemplo y no imponerse parámetros más grandes que sus propias circunstancias.

Y esto que escribo no es más que una de tantas metáforas posibles, así como las del texto y como otras tantas que han ido surgiendo en a lo menos estos cinco mil años que reconocemos la existencia de este oráculo que encierra tantas, infinitas, posibilidades de ser. Existe gran sabiduría en tenerlo en cuenta cada vez que consultamos.




miércoles, 13 de junio de 2018

El hexagrama 9, cuando el esfuerzo no es suficiente

Todo sistema social descansa sobre algún conjunto de supuestos. El nuestro concede un gran valor al esfuerzo personal como motor para la transformación y el desarrollo de nuestras vidas.

Podemos encontrar en el i ching gran parte de nuestras utopías sociales si sabemos cómo buscarlas, y de la misma manera podemos comprender cómo ellas corresponden a posibilidades relativas que poseen sus fortalezas y también sus debilidades.  En particular hoy hablaremos del hexagrama 9, la fuerza domesticadora de lo pequeño, o cuando el esfuerzo por sí sólo no es suficiente.

El i ching es un mapa de la realidad palpable: tiene sus días, sus noches, sus veranos y sus inviernos. Permanece siempre en flujo, aún cuando reina la quietud. En el hexagrama 9 vemos cómo nuestros impulsos creativos se encuentran frente a una barrera aparentemente infranqueable, representada por sun, el viento, aquello que invisiblemente nos define.

La noche oscura de no saber, en el sexto puesto, nos enseña a cinectarnos con el aquí y el ahora del hexagrama 10, el sentar el pie.


Trabajar con sun exige una clase de esfuerzo muy distinto a aquel que estamos acostumbrados a realizar, se trata de someter nuestra voluntad de conseguir resultados y adaptarnos a las circunstancias. Porque no podemos apropiarnos del viento, ni contenerlo, ni desafiarlo, ni vencerlo directamente, como bien saben los habitantes del caribe que periódicamente lidian con devastadores huracanes. No hay ingenio humano que hasta el momento logre evitar su avance inexorable, pese a las millonarias inversiones en ciencia y tecnología y sin embargo estamos rodeados de fábulas donde lo imposible se hace posible mediante la voluntad, donde cualquiera puede encontrar el éxito que todos perseguimos incansablemente. Los medios de comunicación están llenos de historias de aquellos afortunados que lograron vencer sus limitaciones, muchas veces por medio de enormes sacrificios personales y les convertimos en objeto de admiración, o envidia.

Y sin embargo nuestra sociedad está llena de limitaciones. La raza, la nacionalidad, el género sexual, la cultura, nuestro medio social, nuestros karmas y debilidades personales muchas veces constituyen algunas de estas barreras, infranqueables de manera individual salvo excepciones. El primer paso consiste en reconocerlas, investigarlas, entender por qué y cómo operan, qué tan necesarias son, y ello exige comprenderlas, someterse a ellas. voluntariamente. Esta es la gran tarea del hexagrama 9, una tarea ingrata y muchas veces incómoda que no estamos programados para cumplir. Queremos ser extraordinarios, especiales, y no nos damos cuenta que el serlo también es un estado de cambio, que lo extraordinario empieza precisamente desde lo ordinario, lo regular, lo tantas veces despreciado e invisible, lo cotidiano, donde nada ganamos ni perdemos, sino simplemente respiramos, nos llenamos los pulmones de aire, botamos el dióxido de carbono, realizamos nuestras rutinas acostumbradas, comemos, dormimos mientras somos bombardeados de acontecimientos y hazañas que nos distraen de algún modo haciendo que divaguemos, llevando nuestros pensamientos a otro lugar cualquiera menos en el cual estamos. No podemos huir del todo de este bombardeo, pero sí podemos observar las reacciones que provoca en nosotros, sean cuales fueren. Si invertimos la energía de la queja en aceptar el mensaje que nos trae, en vez de resistirnos, podremos recuperar nuestra capacidad transformadora de la situación adaptándonos a ella mientras reunimos las fuerzas que aún no tenemos hasta que lleguemos a aquella cuarta línea yin, y escuchemos su mensaje.

si eres veraz
desaparece la sangre y el miedo
no hay mácula

 Allí donde lo interior y lo exterior encuentran la armonía, se acepta el momento y estaremos listos para elegir si nos quedamos en el puesto y nos retiramos tranquilos o emprendemos un último vuelo hacia la cumbre.

Y si nos retiramos, llegará la posibilidad de trascender la situación yendo más allá de sus posibilidades de expansión, más allá de unirte con otros que estén de acuerdo en transformarla.y castrar sus colmillones de cerdo en el hexagrama 26, la fuerza amansadora de lo grande, la montaña sobre la cual se encuentran las respuestas, como tesoros enterrados bajo la montaña de la experiencia, que nos permiten identificar aquellos patrones que se repiten en nosotros y atajarlos como si se tratara de los cuernos limados de un buey o los de un colmillo castrado de cerdo, como nos sea más útil.

Finalmente llegamos a incorporar el material, a adquirir la posición de sabiduría en medio de la noche oscura, ad portas del hexagrama 5, donde podemos comprender que si te caes en el hoyo, puedes aprovechar la situación para dejar de depender de tu necesidad y adaptarte a los imprevistos y cambios de rumbo como una oportunidad para profundizar en las circunstancias que nos llevaron a perder el pie y caernos en primer lugar, y adoptar la actitud prudente de quien descansa en su hogar durante la noche, transformando el percance en una oportunidad preciosa para reponer las fuerza, y si no caemos, podemos alcanzar la agudeza mental necesaria para enfrentar el objetivo fundamental del hexagrama que le sigue en la secuencia, el número 10,  el sentar el pie sobre la cola del tigre que ya lográbamos atisbar a lo lejos desde aquella sexta línea precedente, experiencia que nos entrega la prudencia de cuidar nuestros pasos en medio de la oscuridad  de la noche del no saber,  para no caernos y poner sobre aviso al tigre que representa, entre otras cosas, la comprensión del sentido a partir de la experiencia inmersa y atenta del aquí y del ahora.